Cuando salimos de viaje, nos aseguramos de llevar todo lo necesario: ropa suficiente y adecuada, medicinas, algún buen libro y otros artículos que consideramos importantes. A eso le llamamos estar preparados.
En el Evangelio de hoy (Mateo 25,1-13), Jesús nos invita a prepararnos, pero se refiere a una preparación interior. Lo explica así: «Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»
Cinco de las jóvenes de la parábola del Evangelio no estaban listas en el momento preciso. No sabemos por qué, pero es probable que estuvieran ocupadas en otras cosas. Entonces podemos decir que no tenían sus prioridades bien definidas.
Cuidado, porque esto nos puede estar pasando a nosotros. Al ajoro natural de la vida diaria le sumamos las preocupaciones, las urgencias que siempre aparecen y de repente nos encontramos en medio de una ‘tormenta perfecta’ para alejarnos del Señor y que Él nos encuentre con las lámparas vacías.
Hermanos, la santidad se logra poco a poco, un día a la vez. Son pequeños pero efectivos pasos que vamos dando. La oración, los sacramentos y otros, son clave en este caminar.
Te invito a evaluar la calidad de tu oración; también a esforzarte por buscar crecer un escalón más. No importa por donde vayas, el Señor te está esperando en el banquete y tú quieres llegar con tu lámpara interior llena… rebosante. Pídele al Espíritu Santo te ayude a mejorar la calidad de tu oración.
“La oración es la mejor arma que tenemos: es la llave que abre el corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no sólo con tus labios, sino con el corazón. En realidad, algunas ocasiones, debes hablarle sólo con el corazón” –San Pío de Pietrelcina.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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