Al leer el Evangelio de hoy (Mateo 22, 34-40), recordé a San Felipe Neris. Una vez le preguntaron, ¿por qué es tan difícil vivir el Evangelio? Y él respondió: “Porque es simple.” Me parece que la respuesta de este santo aplica perfectamente al Evangelio de hoy.
A preguntas de un experto en la ley, Jesús claramente indica cual es el mandamiento principal: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.»
Luego insiste: «Este mandamiento es el principal y primero.» Y añade: «El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
Hermanos, creo que podemos estar de acuerdo que esto es simple y nosotros lo complicamos. A veces buscando excusas o justificaciones y nos creemos que cumplimos.
Veámoslo así: Recordemos que Dios nos amó primero. Así que estamos llamados a corresponder a ese amor, por ejemplo, sacando un rato para orar diariamente.
No se trata de cumplir y ya, es como decía Santa Teresa de Jesús: “Tratar en amistad con Aquel que nos ama.” Sabiendo que nuestra vida espiritual se alimenta de ese diálogo de amor. En otras palabras, de ese amor de Dios, se fortalece y se nutre nuestra capacidad de amar.
Por otro lado, nuestro prójimo, ¿quiénes son? Comencemos por los de casa y sigamos con los vecinos y compañeros de trabajo y parroquia. Pero recordemos incluirlos a todos, no sólo a los que nos caen bien.
Dice 1Corintios 13, 7 sobre el amor: «Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.»
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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