La Segunda Lectura (Hechos 4, 12-13) describe la Palabra de Dios como «viva y eficaz.» Para luego, utilizar una imagen muy llamativa: «… más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu.»

Pero para entender el mensaje que nos quiere traer Jesús hoy, miremos el Evangelio (Marcos 10, 17-30). El joven rico, en diálogo con Jesús, le pregunta: «¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le recuerda los mandamientos, a lo que el joven responde que ya ha cumplido. Pero aquí viene la clave: «Jesús se le quedó mirando con cariño.» En ese momento, le hace saber lo que le impedía ganar la vida eterna, que en su caso era el apego a la riqueza.
Esa mirada amorosa y cálida de Jesús penetró hasta el corazón de aquel joven. No era una mirada de juicio, sino de compasión, ternura y comprensión. Era una clara invitación a seguirlo.
Cuenta esta historia que el joven «se marchó pesaroso». Pero este no tiene que ser tu caso. Cada día, la Palabra de Dios te mira de manera penetrante, con amor y ternura.
Déjate cautivar por la mirada de Jesús y dile como en el Salmo: «Sácianos de tu misericordia, Señor, y toda nuestra vida será alegría.»
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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