Dicen en mi pueblo: ‘músico pago no toca bien’. Pero esa no es la lógica de Dios. Nuestros pecados ya han sido pagados en la Cruz.

Que mucho le reclamamos al Señor y aun así Él quiere darnos más. En el Evangelio de hoy (Mateo 20, 1-16), Jesús nos presenta la bondad de Dios, que es un Padre que se ocupa de nosotros, sus hijos. Dios es bueno y quiere que todos nos salvemos.
No debo pensar que ya me merezco el cielo, pues llevo muchos años sirviendo. El cielo es un don, un regalo de Dios. Con mis buenas obras lo que hago es abrir las manos para que el regalo venga a mí.
Me toca trabajar, sin esperar aplausos. De hecho, muchas veces el trabajo que se hace en silencio, sin que nadie lo vea, es el mejor remunerado espiritualmente.
Oremos: Gracias Señor porque me permites servirte. Ayúdame a recibir bien aquel que llegó último. Líbrame Señor de la envidia, que me separa de mi hermano y no me deja ser libre. Si me lo permites, quiero regresar mañana a trabajar. Una cosa más, Señor, quiero servirte desde la primera hora y sin que nadie me vea. Para no tener la tentación de trabajar por los aplausos. Te amo Jesús, no permitas que jamás me separe de Ti.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
Comentarios
AMÉN.
Tienes algo que decir
Te invitamos a comentar, aportar, sugerir, elogiar, objetar, refutar... sobre los temas y artículos que aquí presentamos.