El hijo menor no esperaba ser perdonado al regresar a casa. Se conformaba con ser un asalariado más. Por otro lado, el hermano mayor, no aceptaba el amor generoso de su padre. Ninguno de los dos entendía. Así nos pasa a nosotros, pues la lógica del mundo es opuesta a la lógica de Dios.

La pregunta obligada es: ¿Con cuál de los personajes te identificas más? ¿Con el padre, el hijo menor o el mayor? En esta parábola, podemos ver claramente: la rebeldía, los excesos y el arrepentimiento de uno; el orgullo y la soberbia del otro; y la alegría amorosa del padre.
Jesús quiere que veamos a Dios tal como realmente es: rico en misericordia. Él quiere que experimentemos todo el amor que tiene para nosotros, sus hijos amados.
Dice en el Evangelio (Lucas 15, 1-32): «Celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.» Así se alegra Dios por ti.
La invitación hoy es a que abras tu corazón para recibir la misericordia de Dios. Pídele al Señor entender la lógica del amor. Pide también poder perdonar y ser misericordioso con los demás.
Les confieso que yo me identifico con este versículo, pues así ha sido Dios conmigo: «Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.»
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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