El Evangelio de hoy (Mateo 16, 13-20) trae una pregunta importante: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Jesús quiere que la personalices y te pregunta directamente a ti: Y tú, ¿quién dices que soy yo?
No respondamos a la carrera, ni tampoco nos copiemos la respuesta que dio Pedro. Mejor, tomemos un momento y reflexionemos con calma.
Debemos estar conscientes que venir a Misa o rezar el Rosario no nos hace automáticamente cercanos a Él. Eso sólo nos hace cumplidores. Si nuestra vida sigue igual, nos podría estar faltando una verdadera conversión.
Bien sabemos que la grandeza de Dios es infinita y sólo Él puede darnos el entendimiento de quién es Cristo, como le ocurrió a Pedro. Sólo Dios puede iluminarnos para que confesemos que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios vivo y mucho más…
Te invito a que, en ese ‘mucho más’ con que terminó el párrafo anterior, te luzcas diciéndole a Él quién es para ti. No olvides antes pedir la iluminación de Dios.
San Juan de la Cruz nos puede ayudar, él decía: “Cuando me miraste, tus ojos grabaron en mí tu gracia”.
Te pido Señor, que mi confesión de amor por ti no sea sólo de boca, sino que salga de lo más profundo de mi corazón. Gracias Señor, por el bien que quieres de todo lo que permites en mi vida. Te amo Jesús y te necesito, no me sueltes.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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