Hoy terminamos este hermoso relato que llevamos proclamando desde hace varios domingos, llamado sermón de “El Pan de Vida”. El Evangelio es San Juan 6, 60-69.
Esta enseñanza de Jesús fue muy difícil de comprender para quienes lo escucharon, incluso lo es para nosotros todavía hoy, pero también sabemos que tuvo una poderosa influencia sobre sus discípulos.
La frase final demuestra que permanecieron fieles a Él: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»
Ellos confiaban que el Señor los acompañaría por el camino y en las tormentas que se presentaran. Pero la dureza de las palabras de Jesús seguía presente.
Alguien me comentaba recientemente lo hermoso que es todo esto. Pensar que ese pedacito de pan “es” Jesús. Saber que ahí está Él, vivo, presente, real. Que por la “transubstanciación” el pan y vino se convierten en Él. ¡Hermoso!
Padre Leo nos preguntaba el domingo pasado: ¿Se ha fortalecido mi fe en la Eucaristía? Les propongo meditar y responder sinceramente esa pregunta.
Comparto con ustedes unas citas de la Carta Encíclica “Ecclesia de Eucharistia” del Papa San Juan Pablo II:
“La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo.”
“¿Qué más podía hacer Jesús por nosotros? Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor que llega «hasta el extremo» (Jn 13, 1), un amor que no conoce medida.”
Las palabras de Jesús dan vida, pero pueden ser confusas. A veces no logramos ver de qué manera podemos vivirlas, pero pide al Espíritu Santo que te ayude. Pronto comenzarán a cobrar sentido. De nuevo, esto no es posible de entender con la mente, pero si con el corazón.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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