El Evangelio de hoy causa sorpresa; Lucas 12, 49-53: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!» y añade: «¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz?»
Te preguntarás, ¿qué pasó? Y la respuesta debe ser, ¡pues claro que Jesús vino a traernos paz!
El fuego y la división pueden significar destrucción y sufrimiento. Cuando usa estas imágenes, nos cuesta imaginarnos a un Dios tierno y compasivo. Pero Él hablaba del fuego del Espíritu Santo, que quiere que arda en nuestro corazón.
Jesús nos adelanta que no todos aceptarán su mensaje y las divisiones que surgirán. Divisiones que ocurren también en nuestras familias.
La pregunta es: ¿Qué hacer ante estas divisiones? ¿Cómo llevar el mensaje a nuestra familia? ¿Cómo hacer para que todos se enamoren de Jesús?
Claro que debemos defender las verdades del Evangelio, pero sin sacrificar la caridad. No podemos obligar, ni criticar, ni juzgar. Cosa que hacemos demasiado a menudo. Reflexionemos: a veces nos creemos mejores, porque seguimos a Cristo y nos creemos con derecho a criticar duramente al hermano.
Hay que llevar la verdad, pero con amor. El llamado es a amarlos a todos. No sólo a los que son como yo o me caen bien. No es fácil.
Jesús, me entrego a ti, ilumíname. Quiero seguirte. Que pueda manejar las divisiones, como lo Tú hacías, con amor. Señor, te necesito, date prisa en socorrerme.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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