Hablaba con alguien hace un tiempo y me contaba de varios problemas que tenía con los hijos. Al mismo tiempo me aseguraba que no se daba por vencido. Que confiaba en la Misericordia de Dios y que sabía que tarde o temprano los muchachos entrarían en razón. Cuánto sufrimos los padres y las madres por nuestros hijos y nietos. Dios lo sabe.
El Evangelio de hoy (Mateo 15, 21-28) nos presenta esta madre que no se da por vencida. Una mujer con una fe que inspira.
Y tú, cuantas veces, quizás al borde de la desesperación, le has dicho al Señor: «Ten compasión de mí» (v 22). Cuando nos hemos caído y hemos sentido todo el peso de la cruz sobre nuestras espaldas, de rodillas decimos: «Señor, socórreme» (v 25).
El Señor te invita a entregarle tus problemas. Tantas situaciones que se presentan, no hay que hacer la lista, la conocemos bien. Jesús quiere que te acerques con humildad y confianza y le digas: Señor necesito de ti. Señor ven a mi vida y la de mi familia. Señor, no me dejes caer. Señor restaura mi corazón. ¡Señor, te amo!
Él te responderá: «qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas» (v 28).
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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AMÉN.
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