En el Evangelio de hoy (Lucas 12, 13-21), una persona del público le hace una pregunta a Jesús. Me parece que estaba ante la gran oportunidad de su vida.
Si pudieras hacerle una pregunta a Jesús, ¿cuál sería? Imagina un turno, para hacerle una consulta al mismo Jesús.
La persona de la lectura preguntó sobre una disputa familiar por dinero. ¿Hablarías tú de lo mismo?
La respuesta de Jesús es clara: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Jesús quiere que te cuides de no caer en el amor a los bienes materiales. Porque la codicia es un obstáculo en tu relación con Dios y con tus hermanos.
Antes de preocuparnos por las posesiones, debemos conformarnos con lo que tenemos, sabiendo que todo es don de Dios. Un regalo del Señor. De la misma manera, estamos llamados a ser generosos con lo recibido, cuidar de la familia y compartir con el hermano.
El llamado es a ser ricos ante Dios y a cuidar el tesoro del cielo. Decía san Antonio de Padua: “La puerta del cielo es baja, y quien quiere entrar debe necesariamente inclinarse. Nos lo enseñó el propio Jesús, quien, al morir, inclinó la cabeza”.
Espíritu Santo concédeme sabiduría para buscar solo aquellas cosas que son valiosas para ti.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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