El Evangelio de hoy (Mateo 13, 1-23) comienza así: «Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago…» No me da trabajo imaginar la escena y verme junto a Jesús en aquel hermoso lugar.
Hoy, la liturgia nos regala la hermosa parábola del sembrador. Esta es una clara invitación a dejar que la Palabra cale hondo en mí, para así poder comprender el plan de Dios para mi vida.
A modo de testimonio, les cuento que hace cerca de 30 años hospedamos en nuestro hogar un joven sacerdote de Guatemala que venía a un Congreso de Encuentro Matrimonial. Años después, aquel joven fue nombrado Obispo. Recientemente me envió una reflexión y les quiero compartir un extracto:
“Existe el peligro de buscarnos a nosotros mismos, cuando buscamos a Dios. Esto sucede cuando lo buscamos sólo por interés a sus milagros. Hay que purificar el amor a Dios: amarlo aun cuando llevemos el peso de la cruz” –Mons. Gabriel Peñate.
Amar a Jesús en medio de nuestras dificultades no es fácil. Les comparto que estas últimas semanas he tenido una situación de salud y en ocasiones no se me ha hecho fácil orar, pero cuando no tenemos deseo es cuando más debemos orar.
Él te pide que abras el corazón y dejes que su Palabra penetre, que te transforme. Que, como la semilla en tierra buena, su Palabra produzca fruto en tu vida. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a comprender.
¡Señor, ablanda mi corazón!
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
Tienes algo que decir
Te invitamos a comentar, aportar, sugerir, elogiar, objetar, refutar... sobre los temas y artículos que aquí presentamos.
Sigue nuestro grupo de oración en Facebook.