El Evangelio de hoy es uno de mis preferidos (Mateo 14, 22-33), pues una breve lectura recoge un mensaje abarcador y hermoso.
Hay varias citas que sobresalen, como cuando los discípulos gritaron llenos de miedo y Jesús dijo: «¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!»
Luego Pedro, con sus habituales dudas, y Jesús responde: «Ven.» Pero al comenzar a andar sobre el agua, quitó su vista de Jesús, le dio miedo y gritó: «Señor, sálvame.» Enseguida Jesús extendió su mano, lo agarró y dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» Los otros se postraron.
Creo que todos nos podemos identificar. Ellos sintieron miedo, como nos pasa a nosotros. También tuvieron dudas y luego, al escuchar la voz de Dios, pasaron a la entrega confiada.
Recientemente escuché un testimonio de alguien que asistió a una adoración por complacer a unos amigos. Allí se le acercó uno de ellos y, conociendo por lo que estaba pasando, le dijo: Jesús quiere hablarte hoy, esta es una buena oportunidad para escucharlo. Aquel hombre, sumergido en su dolor, responde: He decidido no hablarle más al Señor. Su amigo dice: Aunque tú no le hables, Él te seguirá hablando, te seguirá amando y pacientemente esperará tu regreso.
Aquel hombre, en la adoración, escuchó la voz de Dios que lo llamaba y le decía: «¡Ánimo, soy yo, no tengas miedo!». Para luego, con confianza, entregarle su dolor a Jesús.
Señor, te pido perdón por las veces que he dejado que el miedo y la duda me dominen, ayúdame a mantener mi mirada en Ti, «¡Señor, sálvame!».
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
Tienes algo que decir
Te invitamos a comentar, aportar, sugerir, elogiar, objetar, refutar... sobre los temas y artículos que aquí presentamos.
Sigue nuestro grupo de oración en Facebook.