Hace varios años leí el libro “Hasta la cumbre – Testimonio espiritual” de Padre Pablo Domínguez Prieto. Este sacerdote, Dios lo tenga en su gloria, hace una hermosa descripción de la Eucaristía y hoy quiero compartir algunos extractos.
“Podríamos decir que nuestra vida espiritual vale lo que vale nuestra piedad eucarística, nuestra vida eucarística. O sea, la Eucaristía es, sin duda alguna, el centro, la raíz -lo dice el Concilio Vaticano II-, el culmen de la vida cristiana. En la Eucaristía recibimos todos los dones, es pura gratuidad, se nos da, no se nos quita nada, se nos regala. Hay gente que cree que por ir a Misa tiene que dejar, que perder, media hora o una hora. Y no, no es perder algo, es que todo se da.”
Sigue más adelante: “Jesús no pide nada. Nos da. La Eucaristía es pura gratuidad. ¿Cómo es nuestra piedad eucarística? ¿Cómo vivimos nuestra necesidad de la Eucaristía? Es fundamental. Es más importante de lo que parece, y ya lo parece mucho…” “Jesús Eucaristía ayuda de manera inimaginable con su presencia silenciosa.”
En el Evangelio de hoy, tomado de san Juan 6, 41-51, Jesús nos insiste: «Yo soy el pan de la vida.» Continúa: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo.» Versículos para profundizar y dejar que el Señor nos hable al corazón.
Les cuento que hace unos meses, un jueves Eucarístico visitando el Santísimo, me llevé este libro para repasarlo y meditarlo. Providencialmente lo abro en la página que Padre Pablo dice: “La fuerza de Jesús Eucaristía es irresistible.” Me quedé con esa frase toda la hora y dejé que Jesús me abrazara.
Hermanos, los momentos más intensos cerca de Jesús los he vivido enfermo en mi cama o frente al Santísimo. Te invito a dejarte tocar por Jesús Eucaristía. Su bondad, su amor y su fuerza irresistible te harán querer volver a Él.
«Gustad y ved qué bueno es el Señor», Salmo 33.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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