Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor. Dice la Palabra en Lucas 24, 46-53: «Y mientras los bendecía, se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.» Esta es la última referencia que hace San Lucas de Jesús, en su primer libro. Sabemos que su segundo libro es Hechos de los Apóstoles, que comienza donde termina éste.
Ahora, observemos el último versículo del capítulo 24: «Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.»
Profundicemos en esto un momento: El Padre, al enviarnos a su Hijo hecho hombre, nos mostró el poder de la humildad. Jesús obedeciendo la voluntad del Padre. Ahora podemos comprender el poder que tiene la obediencia y el amor verdadero. El pecado, la muerte y Satanás quedan derrotados. Ya pronto, los discípulos quedarán revestidos “de la fuerza de lo Alto”.
Dice San Agustín: “Hoy nuestro Señor Jesucristo ha subido al cielo; suba también con Él nuestro corazón”. Se refiere a poner nuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra. ¿Cómo? Queda explicado claramente: Postrándonos ante Él, caminar con alegría y estar siempre bendiciendo a Dios.
Te alabamos Señor y te damos gracias porque ahora podemos conocer tu infinito amor y tu poder. Abrázame fuerte Jesús y no permitas que jamás me separe de Ti.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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