Hermoso el Evangelio de hoy, tomado de Juan 14, 23-29. Veamos el contexto: Los Apóstoles se sentían tristes y preocupados. Jesús les acababa de anunciar que Judas lo traicionaría, que Pedro lo negaría y que Él se iría para volver al Padre. Casi nada para una Cena.
Jesús sabía que todo esto era muy difícil de sobrellevar. Por eso les prometió que no los dejaría solos y que dentro de poco podrían gozar del Defensor, el Espíritu Santo, que vendría sobre ellos, para que los guardara en Su paz.
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo.»
Yo lo veo así: Jesús me está hablando de una paz que es hermana de la alegría. Paz, fruto del amor y como don de Jesús. Una paz que el mundo trata de ofrecerme, pero que no puede darme. La paz que desea y necesita mi corazón sólo me la pueda dar Jesús.
«Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde.» Es una invitación a confiar y a entregarme totalmente a la voluntad del Padre, como hizo Jesús. Que permaneció firme y fiel al amor del Padre. Aún cuando sabía que se acercaba la hora de la Cruz.
Espíritu Santo, reafirma en mí la confianza en el Padre y en su plan para mí. Amado Jesús, que pueda vivir cada día en tu paz, en tu presencia y cerquita de tu Sagrado Corazón.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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