Hoy celebramos el Domingo de Pentecostés, una de las fiestas más importantes del año. El Espíritu de Dios renueva y hace real todo lo que creemos.
Dice la Palabra: «Se llenaron todos de Espíritu Santo» (Hch 2, 1-11).
Le llamamos el Divino Consolador, el Paráclito, el Defensor. Con Él todo cambia, porque nos infunde vitalidad, nos renueva y nos colma de amor y felicidad.
Dice el Evangelio (Jn 14, 15ss): «… el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.»
Jesús prometió que estarán siempre con nosotros y ‘harán morada’ en nuestra vida. Hermosas y poderosas palabras.
Hoy celebramos el regalo del Espíritu Santo, que ha venido a habitar en ti y en mí, y que nos ayuda a vivir como hijos de Dios. La Tercera Persona de la Santísima Trinidad viene a derramar sus dones. Para que las cosas que vemos como imposibles, con nuestra capacidad humana, sean posibles por el poder y la gracia del Espíritu Santo.
Pide que lluevan sobre ti sus siete dones. ¿Cuáles son estos dones? Don de sabiduría, de entendimiento, de consejo, de fortaleza, de ciencia, de piedad y don de temor de Dios.
En la Misa hoy, permite que el Espíritu se derrame sobre ti. Abre tu corazón y recíbelo con alegría.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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