El leproso del Evangelio de hoy, san Marcos 1, 40-45, creía que Jesús podía sanarlo, pero no estaba tan seguro de si quería. Entonces, ante aquel pedido de rodillas, Jesús le responde: «Quiero, queda limpio.»
Jesús, al ver la fe de aquel hombre, sintió lástima, extendió su mano, lo tocó y lo sanó. Todos necesitamos un ‘toque’ del Señor para experimentar la sanación que sólo viene de Él.
Bien sabemos que Jesús puede y quiere sanarnos. Sólo debemos acercarnos con fe y dejar que Él haga el resto.
Aquel hombre pudo experimentar el amor y la misericordia y tuvo que decirlo a todos. A pesar de que Jesús le había pedido no decirlo, no pudo aguantar el deseo de proclamarlo a los cuatro vientos. Es comprensible.
Quizás nosotros pensamos que no merecemos el perdón o que el Señor no va a querer ocuparse de nuestro problema; cuando todo lo que necesitamos es acercarnos a Él con fe, con confianza.
Muchos me cuentan que al recibir la Comunión le salen lágrimas de sus ojos. O en la Misa, o en un retiro sintieron el abrazo tierno y amoroso de Jesús. ¡Que bendición!
Dice el Papa Francisco: “La confianza en la Palabra de Dios vence la idolatría, la soberbia y la excesiva seguridad de sí mismo. Ser ‘buen cristiano’ significa escuchar lo que el Señor dice sobre la justicia, sobre la caridad, sobre el perdón y sobre la misericordia.”
Hermanos, ya pronto comienza la Cuaresma y nos preparamos para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor. Esta es una excelente oportunidad para, de rodillas, decirle: Jesús purifícame, ven y sálvame.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
Tienes algo que decir
Te invitamos a comentar, aportar, sugerir, elogiar, objetar, refutar... sobre los temas y artículos que aquí presentamos.
Sigue nuestro grupo de oración en Facebook.