El Evangelio de hoy (Mateo 5, 13-16) es, para mí, un poco confuso. Vamos por partes. Jesús quiere enseñarnos a no quedarnos atascados en la letra de la Ley, sino que quiere llevarnos a entender y aceptar la esencia de su enseñanza. O sea, la ley de Dios no es sólo una serie de reglas y prohibiciones, sino un principio de amor, verdad y justicia.

El Papa Francisco lo explica bien claro: “Jesús revoluciona y sacude fuertemente aquella mentalidad cerrada por el miedo y recluida en los prejuicios. Él, sin embargo, no deroga la Ley de Moisés, sino que la lleva a plenitud. (…) Jesús revoluciona también las conciencias en el discurso de la montaña, abriendo nuevos horizontes para la humanidad y revelando plenamente la lógica de Dios. La lógica del amor que no se basa en el miedo, sino en la libertad, en la caridad, en el sano celo y en el deseo salvífico de Dios, Nuestro Salvador, ‘que quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad’. ‘Misericordia quiero y no sacrificio.’” (Homilía, 15 de febrero de 2015).
Veámoslo así: El Sermón del Monte no es Ley sino Evangelio. La ley nos hace esclavos; el Evangelio, nos lleva a conocer a un Padre Misericordioso.
Amado Jesús, enséñame a no quedarme atascado en la letra de la Ley. Enséñame a entender y aceptar la esencia de tu enseñanza y que vivamos de un modo grato a tus ojos.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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