San Juan Bosco decía: “Más moscas se cazan con una gota de miel, que con un barril de vinagre.” Aplicándolo al Evangelio de hoy (Mateo 5, 13-16), podemos decir que es más efectivo compartir la buena noticia de la salvación con una sonrisa que con el dedo acusador.
A veces se nos pasa la mano señalándole las faltas y los pecados a los demás. Nos justificamos argumentando que hay que decir la verdad. Claro que hay que decir la verdad, pero con caridad (cf. Ef 4,15). La acusación, los señalamientos, las recriminaciones, los bandos, simplemente no convierten a nadie. De hecho, lo que hacemos es alejarlos.
Cuando en el Evangelio nos dice: «Vosotros sois la sal de la tierra.» «Vosotros sois la luz del mundo.» Se refiere a que nos toca dar el ejemplo. La forma en que tratamos a los demás, nuestra disposición al servicio, lo que vemos y leemos, nuestra forma de divertimos, entre otros, habla de quienes verdaderamente somos.
El llamado es a ser como Cristo. Así las personas se sentirán atraídas hacia ti; luego podrás guiarlas hacia Jesús, el único que realmente satisface nuestra hambre y sed.
Pide fe para ser cada día más feliz. ¿Cómo? Amando y dejándote amar. Te invito a ser sal y luz. En muchos casos ni siquiera tendrás que hablar.
Decía San Francisco de Asís: “Predica el Evangelio todo el tiempo y cuando sea necesario utiliza palabras.”
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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