En el Evangelio de hoy (Mateo 5, 1-12) vemos que Jesús llama “dichosos” a aquellos que sufren. ¿Será que Jesús quiere que busquemos problemas y dolor? Claro que no. Él quiere que seamos conscientes que seguirlo puede traernos dificultades porque se distancia de lo que nos ofrece el mundo.
Las también llamadas “Bienaventuranzas” son tan esenciales para nosotros hoy, como lo fueron para los primeros discípulos. Ahora, la pregunta obligada es: ¿Cómo se pueden alcanzar tales normas en un mundo tan revuelto?
Veámoslo así: Usualmente queremos comprender las Bienaventuranzas con criterios humanos. O sea, algo que debemos lograr con nuestras propias fuerzas.
Pero Dios quiere que las miremos desde un punto de vista celestial. O sea, como bendiciones que podemos recibir ahora mismo, uniéndonos a Jesús; viviendo y actuando con la fuerza del Espíritu Santo.
Dice el Papa Francisco: “Las Bienaventuranzas enseñadas por Jesús, nos revelan ‘el camino a la felicidad’, es decir, ‘Su camino’; esto porque las Bienaventuranzas ‘iluminan las acciones de la vida cristiana y revelan que la presencia de Dios en nosotros nos hace verdaderamente felices’”.
Vivir las Bienaventuranzas nos llenará de alegría y paz. Te invito a escoger una y evaluar tu vida a partir de ella. Yo escojo: «Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.»
Confía en las promesas que nos hace Jesús, sabiendo que nos espera una gran recompensa en el cielo. Permite que esta seguridad profundice tu fe en Él.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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