La muerte de Jesús, lejos de significar desgracia o fracaso, fue un testimonio de cuánto lo ama el Padre a Él y a nosotros. Dice en el Evangelio de hoy (Juan 14, 1-12), «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí.»

¿Quién puede decir que no tiene dificultades? Muchas veces, nos dejamos dominar por la angustia, quizás porque en el fondo nos falta fe en Cristo. Pues en realidad no creemos del todo que Dios pueda cambiar aquello que nos causa miedo.
Ahí tenemos a Tomás. Por un lado le decía a Jesús: «Señor», dando a entender que tenía mucha fe en Él. Pero por su pregunta sabemos que seguía confundido. Nos pasa a nosotros también, que nos sentimos angustiados, a pesar de creer en el Señorío de Cristo.
Más adelante dice: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?» Yo cambio el nombre de Felipe por el mío y me hago la pregunta nuevamente. Me doy cuenta de que me falta conocerlo más, me falta profundizar en Su amor. Me falta confiar más.
Jesús, en este Evangelio, en cinco ocasiones nos pide: “Creer”. Además, dice: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.»
Palabras que me llenan el corazón de su amor y de esperanza. Ante la debilidad de mi fe, le digo: Gracias Señor por amarme como soy.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
Tienes algo que decir
Te invitamos a comentar, aportar, sugerir, elogiar, objetar, refutar... sobre los temas y artículos que aquí presentamos.