Revisa el Evangelio de hoy (Lucas 2,16-21), luego… imagina la escena: «En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo…»
Sustituye la palabra ‘pastores’ por tu nombre. Veamos, sería algo así: “En aquel tiempo _________________ fue corriendo a Belén y encontró a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo…”
¿Qué le dices? ¿Qué sientes? Te invito a contemplar la escena. A hacer un rato de silencio y meditar sobre todo lo que ocurrió en el año que terminó y preguntarte, ¿qué quiere Dios de mí este nuevo año? ¿Cómo puedo servir al Señor? ¿A qué me llama?
Dice el Evangelio: «Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.»
Qué tal si llevas a tu corazón todas tus experiencias del año que termina y se las ofreces al Señor. Dile con confianza: ¡Te amo Jesús, no permitas que jamás me separe de Ti!
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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