Hasta el último día todo es adviento.
Un adviento constante y eterno.
Un solo grito: “Ven”.
Un ven que sale desde la entraña,
desde lo incompleto;
desde los fracasos y las mediocridades
en que uno se va instalando,
sin casi darse cuenta.
Un ven que planta sus cimientos
en los anhelos más hondos,
y alza el vuelo
en los versos más sinceros.
¡Ven!
Un grito que brota desde la impotencia
ante el mal
que no sabes cómo afrontar;
desde el temor al desierto;
desde el no estar a la altura…
pero también desde el horizonte
de una tierra prometida
donde hay más verdad,
donde el bienestar lo es
para todos,
donde se destierra la acritud
que a tantos condena
sin juicio.
Una tierra donde el amor es
lágrima, y júbilo, y encuentro.
Es toalla ceñida y ternura en el gesto.
Es…
¡Tú ven!
A liberar tantos egos
que andamos presos
en un laberinto de espejos.
A mostrarnos la puerta
a la tierra de todos.
Ven.
Solo eso.
Todo eso.
Ven.
José María Rodríguez Olaizola, sj
28 de noviembre de 2020
Parroquia San Francisco de Borja, Jesuitas, Madrid.
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