La oración del corazón | Amar a los demás (1)

Hemos dicho repetidamente que la oración es amor. Ahora bien, el amor no necesariamente debe expresarse con palabras. Podemos acercarnos al sagrario y no decir nada, simplemente quedarnos contemplando a Jesús, como si lo viéramos con los ojos del cuerpo y decirle sin palabras: Te amo. O dejarle una flor o encender una vela o enviarle besos con el corazón o una sonrisa… Hay infinidad de maneras de amar sin palabras.

La oración del corazón | Amar a los demás (1)

Pues bien, esto mismo podemos hacerlo con los que nos rodean. Porque el amor a Dios debemos manifestarlo también, amando a los demás. No necesitamos decir a cada uno: Te amo. Basta con manifestarle nuestro cariño con sinceridad. Y hay mil maneras de demostrar nuestro cariño a los demás. Puede ser un saludo sincero, una sonrisa, acordarse de su cumpleaños y felicitarlo, o hacer pequeños favores, dar las gracias por sus servicios, un gesto amable, una palabra de admiración o alabanza, un pequeño regalo, una llamada por teléfono preguntando como está… Son infinidad las maneras con las que podemos demostrar nuestro amor sincero y nuestra preocupación por los demás. A veces, también escuchando sus quejas o corrigiendo sus defectos con paciencia o regalando flores, chocolates… El amor, que tenemos dentro, se manifiesta espontáneamente en la manera de hablar, de contestar el teléfono, en el modo de servir a la mesa, de barrer o hasta de cocinar. Todo puede transformarse en un don de Dios para los demás, pues debemos recordar que nuestra vida debe ser un regalo de Dios para los demás. Y que nadie debe alejarse de nosotros sin ser mejor y más feliz.

Veamos algunos ejemplos…

En la vida del gran eremita san Antonio abad, se refiere la conversación que tuvo con un zapatero de Alejandría. Un ángel le había dicho que el humilde zapatero estaba más aventajado que él y decidió saber cuál era su secreto. Le preguntó:


– ¿Qué haces de extraordinario para santificarte?

– ¿Yo? Hago zapatos.

– Pero debes tener algún secreto. ¿Cómo vives?

– Divido mi vida en tres partes: Oración, trabajo y sueño.

– ¿Y en cuanto a pobreza?

– Divido lo que tengo en tres partes: Una para la Iglesia, otra para los pobres y otra para mí.

– Debe haber alguna otra cosa, pues yo lo he dado todo y rezo todo el día. Dime, cuando vienen esas personas, que no saben distinguir la mano derecha de la izquierda y que irán probablemente al infierno, ¿qué haces? ¿Las soportas?

– Ah, no, no puedo acostumbrarme. No lo soporto, entonces, pido a Dios que me haga bajar a mí al infierno y que los salve a ellos.

Entonces, comprendió san Antonio que, evidentemente, era más santo que él y que su vida era una continua oración a Dios, haciendo zapatos y viviendo amando a los demás hasta ser capaz de dar su vida por ellos.


Del libro “La oración del corazón”, por el Padre Ángel Peña… puede descargar este y otros de sus libros en autorescatolicos.org/angelpena.

Comentarios

  1. La caridad comienza por uno mismo yo no deseo bajar al infierno por nada, lo siento yo no quiero ni acercarme siquiera. Y a Jesús como le voy a decir que hacer con estos pecadores El sabe muy bien que tiene que hacer con las personas que no le quieren y no quieren saber nada de Él quizasnadie a sabido que tenemos que hacer con ellos yo solo rezo y pido misericordia por ellos, uno es mi hijo, y pido que le deun cambio en su cabeza y aprenda a leer la Biblia y conocer la vida de Jesús. Pero yo nose que hacer para lograrlo solo rezar por su salbacion,La vida que me toca vivir es muy complicada y por eso me apollo en la ayuda de Jesús Ayudarme tambien bosotros, estre todos haber si esto se arregla.
    Recibir un abrazo grande en Cristo. José Cesar.-

    Jose Cesar

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