Dice el padre Dennis Linn: El señor Jaime llegó al hospital desencajado por causa de su hija Carla, que había deshonrado a la familia, huyendo del colegio donde estudiaba y quedando encinta. Ahora ella le había pedido a su padre poder regresar a la casa con el niño y el joven padre. Por un momento, desfogó su ira contra los hijos que desoyen los consejos de sus padres, y me pidió que rezara con él para poder perdonar a su hija. La perdonó y pudo recibir con cariño a su hija y al niño con su papá.
Pero, por otra parte, después de un mes, regresó a mi oficina, porque se sentía mal consigo mismo. Se sentía culpable por no haber tenido tiempo para dar amor y cariño a su hija al estar demasiado ocupado en su trabajo y, por eso, su hija se había escapado del colegio, buscando cariño fuera de casa. Por ello, Jaime tuvo que perdonarse a sí mismo de sus errores después de haber perdonado de verdad a su hija.
La Madre Angélica, la fundadora del canal de televisión por cable EWTN, en su libro “Respuestas, no promesas”, habla de una mujer que había abortado y se sentía muy culpable, pero pudo superar su complejo de culpa y perdonarse a sí misma. Esta mujer le escribió la siguiente carta:
Madre, hace cuatro años la llamé para pedirle que me salvara la vida. Había intentado suicidarme dos veces y una amiga me sugirió que la llamara. Había tenido dos abortos en seis meses. Usted me dijo que no estaba sola y que seguía teniendo esos dos hijos abortados, aunque hubieran pasado a mejor vida.
Me dijo que les pusiera un nombre a cada uno y que les pidiera que rezaran por mí. Hice lo que me sugirió. Y con el transcurso del tiempo, comprendí que mis hijos no estaban perdidos, sino que habían sido creados y amados por Dios, aunque hubieran dejado de estar en este mundo.
Dos años más tarde, me casé con un hombre maravilloso y el mes pasado di a luz una niña. La hemos llamado Mary Michael. Mi amor por ella es de una profundidad tal que jamás podría haberla tenido de no haber sido por el perdón y el poder de curación de Dios. He intentado prevenir a otras mujeres contra el aborto y seguiré luchando contra el mismo con el creciente amor que tengo por Dios.
Y dice la Madre Angélica: Esta mujer había experimentado una curación extraordinaria por parte de Dios en el sacramento de la confesión. Había sufrido una tremenda culpa y remordimiento a raíz de sus abortos y había pedido a Dios ayuda y perdón.
Se había arrepentido de sus pecados y ahora estaba sana, provista de una alegría y una comprensión superior a la de la mayoría de la gente. Con la gracia de Dios, había superado su culpa.
Del libro “La alegría del perdón”, por el Padre Ángel Peña… puede descargar este y otros de sus libros en autorescatolicos.org/angelpena.
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