Hoy la Liturgia nos regala el relato de la Visitación, tomado de Lucas 1, 39-45: «En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.» «Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!»
Cierro los ojos y me veo allí en la escena con ellas. ¡Qué momento hermoso!
El Texto no dice que San José estaba allí, pero tampoco dice que no estaba. Varios santos opinan que debió haber estado. Porque no iba a permitir que su joven esposa hiciera ese viaje sola, de unas 100 millas, con todos los peligros que sabía había por el camino.
El P. Donald Callaway, en su libro “Consagración a San José” recoge los testimonios de varios santos que opinan que San José de seguro estaba allí.
Dice que San José, sin saberlo, ¡condujo la primera procesión con el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor! También dice que San José, al escuchar el saludo de Isabel, y como hombre de profunda oración, habrá reflexionado sus palabras llevándoselas a la oración.
Posiblemente por esta razón es que San José jamás dudó de María, pues sus ojos se abrieron a la plena realidad de lo que estaba sucediendo en el vientre virginal de María.
Señor, que yo pueda, al escuchar aquel saludo, llenarme del Espíritu Santo y llevándolo todo a la oración, recibir al Niño en mi corazón.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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AMÉN.
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