«Contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.» Así comienza el Evangelio de hoy (Lucas 24, 35-48). Recordemos que ellos mismo cuentan cómo les ardía el corazón. Claro, porque al encontrarnos con Jesús no podemos quedar igual, somos transformados.
La Lectura sigue y Jesús se les aparece diciendo: «Paz a vosotros.» Ellos llenos de miedo y Jesús sigue: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior?»
Hoy te hace esta misma pregunta a ti. ¿Por qué tienes miedo? ¿Por qué la desconfianza y la duda?
Fíjate que a Jesús unos lo reconocen al partir el pan, pero a otros se les presenta enseñando las llagas: «les mostró las manos y los pies.» Así se presenta. Una prueba de Su amor por ti y por mí.
Los problemas no definen tu vida, ni el sufrimiento tiene la última palabra. Pídele al Señor que quieres renacer en el Espíritu. Esto es vivir de una manera diferente: amar más, orar más, creer más, confiar más, perdonar más. Saber que algo más grande me anima y me sostiene. Ahí encuentro la Paz que Jesús me ofrece, para animar y consolar al que lo necesita.
Un buen amigo Sacerdote dijo recientemente: “Cuando veamos las heridas de los demás y las hagamos nuestras, entonces habremos entendido lo que es la Misericordia.”
Déjate maravillar, deja que te arda el corazón.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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