Muchas veces nos da trabajo reconocer a Jesús. Él obra en nuestras vidas, pero no nos damos cuenta. Pensamos que fue la suerte, la casualidad, o que fue nuestra habilidad.
Dice el Evangelio de hoy (Lucas 24, 13-35): «Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos».
Me hubiera gustado estar allí en ese momento. Imagínate, caminando con Jesús… lo invito a quedarse, nos sentamos a cenar y… finalmente se me abren los ojos… y reconocer que mi corazón arde al escuchar Su Palabra.
Así mismo nos pasa hoy. No lo reconocemos. Pero Él siempre ha estado ahí, caminando conmigo y con mi familia. Me doy cuenta que mi corazón siempre ha ardido por Él. Pero yo le he puesto freno. Pues reconozco que tengo que hacer unos cambios en mi vida y me da miedo. No sé por dónde empezar.
Incluir a Dios en nuestro día es esencial para crecer en la fe. Nuestro pensamiento dirigido a Jesús en todo momento. Para que poco a poco dejemos de quejarnos y comencemos a contar bendiciones. Que son muchas, pero pasan sin darnos cuenta, porque no lo reconocemos. Pídele al Señor que puedas sentir el mismo ardor que sentían los discípulos de Emaús.
Jesús te invita a cenar hoy. En la Santa Misa. Tus ojos se abrirán, lo reconocerás y tu corazón arderá. Anda, que Jesús te está esperando.
¡Adelante, con fe!
Diác. Richie
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