En este tercer Domingo de Cuaresma, la liturgia nos presenta el encuentro de Jesús con la samaritana junto al pozo (Juan 4, 5-42), que describe perfectamente lo que nos sucede cuando le abrimos el corazón a Cristo.
Fíjate que, al principio la samaritana se mostró cautelosa; mientras Jesús, que conocía la vida pecaminosa que llevaba, le habla sin juzgarla. Le dice: «Si conocieras el don de Dios» y más adelante dice: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed…»
Ella, sin intención de justificarse, le preguntó cómo se debía adorar a Dios. Era pecadora, pero su relación con el Señor era importante. Recordemos que nosotros también somos pecadores.
Jesús, dócil al Espíritu, exploró el corazón de aquella mujer y ella, aceptó lo que el Señor le decía y sin perder tiempo fue a buscar a otros, para que lo conocieran. Esta dinámica que ocurre entre ellos, puede ocurrir contigo.
Esta lectura es tan rica y dice tanto. Te invito a leerla despacio y que descubras el regalo que tiene el Señor para ti. Ábrele tu corazón, háblale sinceramente y Él te responderá con toda claridad.
Jesús dice: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió.» Y yo le respondo: Jesús, quiero seguirte. Examina mi corazón y guíame. Muéstrame en qué estoy fallando y enséñame a amarte más cada día y hacer la voluntad del Padre.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
Tienes algo que decir
Te invitamos a comentar, aportar, sugerir, elogiar, objetar, refutar... sobre los temas y artículos que aquí presentamos.
Sigue nuestro grupo de oración en Facebook.