Jesús quiere que el Templo sea un lugar santo. Que haya ambiente de oración. Lo mismo en tu casa, en tu familia y en tu matrimonio. Que oremos de corazón. Que saquemos ratos de silencio, interior y exterior. Momentos de apagar el tv, la computadora, el celular y tener un encuentro en nuestro corazón con Jesús.
En el Evangelio de hoy (Juan 2, 13-25) Jesús habla con claridad. No quiere que el Templo se convierta en un mercado. Quiere para Su Templo algo diferente.
Dice la Palabra: “Bienaventurados los de corazón limpio, porque verán a Dios” (Mateo 5, 8). Estamos hablando de buscar y hacer la voluntad de Dios. De estar en sintonía con Él. De acoger Su voluntad con alegría. A Jesús le importa tu corazón. Él quiere que sea un lugar limpio y puro. Un lugar de encuentro con Dios. «El celo de tu casa me devora.» Jesús anhela que tu corazón sea para Él. ¿Qué esperas para entregárselo?
Señor, limpia mi corazón, te lo suplico. Te lo entrego para que hagas con él lo que Tú quieras. Lávame, límpiame, ven a mi vida y a la de mi familia, ven a mi matrimonio Señor. Te necesito. Ven, no tardes más. Necesito un toque de Ti en mi corazón.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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AMÉN.
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