Me doy cuenta de la necesidad que tengo de estar más cerca de Jesús. De mi dependencia de Él. De mi pequeñez y Su grandeza. Sé que debo buscarlo todos los días y estar más cerca de Su Sagrado Corazón.
Hace unos días meditábamos el Evangelio del Padre Nuestro. Si comprendiéramos todo lo que encierra la palabra Padre. Un Padre que me ama a mí personalmente, que me conoce, me llama por mi nombre, me acompaña… Ayúdame Padre amado, Abba, Papá, Papito a confiar más en Ti y enséñame a ser tu hijo.
En el Evangelio de hoy (Marcos 9, 2-10) el Padre se dirige a los discípulos asustados: «Éste es mi Hijo amado; escuchadlo».
«Escuchadlo.» Esta palabra resuena en mi corazón. Cuánto me cuesta escucharte Señor. Cuánto me cuesta buscar y hacer Tu voluntad. Ayúdame Señor a confiar. A no tener miedo. Aunque el camino parezca imposible, pedregoso y oscuro, pueda yo caminar agarrado de Tu Mano. «Caminaré en presencia del Señor» – Salmo 115.
Como dice el Evangelio: «¡Qué bien se está aquí!». Que al final de cada día pueda yo acurrucarme en tus brazos y decir: «¡Qué bien se está aquí!».
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
Comentarios
AMÉN.
Tienes algo que decir
Te invitamos a comentar, aportar, sugerir, elogiar, objetar, refutar... sobre los temas y artículos que aquí presentamos.
Sigue nuestro grupo de oración en Facebook.