«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
En el Evangelio de hoy (Mateo 3, 1-12) vemos cómo San Juan Bautista proclama el Reino de Dios y sus palabras resuenan como un trueno. Él reprendía a los saduceos y fariseos, que iban a bautizarse sin arrepentirse de corazón y recalcaba que, el solo hecho de cumplir los ritos, no los libraría de las consecuencias del pecado.
Este mensaje está vigente hoy. A veces pensamos que por asistir a Misa ya cumplimos; sin mencionar las veces que nos escondemos detrás de excusas para no actuar como debemos. Defendemos lo indefendible y no hacemos lo que decimos. Así, quedamos ante nuestros jóvenes como simples fanáticos que, en el fondo, no vivimos la fe que proclamamos.
El Señor nos invita a acercarnos más a Él, para establecer una amistad más íntima. Pregúntate: ¿Qué cosas me impiden lograr esta intimidad? ¿La autosuficiencia, la indiferencia ante Dios, la falta de compasión? El llamado de Juan es a reconocer nuestras faltas y a la conversión de corazón.
El Señor quiere librarnos de todo lo que nos impida aceptar su amor. En este Adviento, la invitación es a examinar nuestra vida a la luz de la verdad y el amor y acercarnos a la Confesión. Dios, siempre fiel, nos dará la gracia necesaria para reformar nuestra vida.
¡Ven Señor Jesús!
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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