Hoy comenzamos un nuevo año litúrgico con el primer domingo de Adviento. El Evangelio que proclamamos es san Marcos 13, 33-37. El Señor nos invita a estar en vela. Dice: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.»
Me pregunto, ¿por qué no le damos más importancia a este mensaje? Es posible que preferimos no pensar en la segunda venida del Señor, para no enfrentarnos con los cambios o ajustes que estamos llamados a hacer.
Hermanos, el Adviento es un tiempo de espera y preparación, pero lo hemos convertido en tiempo de prisas, tensión y fiestas. Pero si nos detenemos un poco, si reducimos la velocidad, podremos ver claramente cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas y nos podremos preparar.
Debemos entender que la voluntad de Dios no es complicada. A veces nos enredamos en esto. La voluntad de Dios para mi vida es amar, amar a mi prójimo. Esto es, a los que viven conmigo y a los que tengo de frente. A los que me voy encontrando en el transcurso del día y a los que el Señor me pone en el camino. La voluntad de Dios es escuchar su Palabra, que nos invita a amar siempre. Tan sencillo y tan profundo.
El Papa Francisco describe el tiempo de Adviento como: “Un tiempo de gracia para iniciar una nueva vida.”
Te invito a que, en estas semanas antes de la Navidad, dediquemos tiempo a la oración con calma. Sacar tiempo para la Misa diaria y para orar con la Palabra. Esta es la manera de estar preparados.
Oremos con el Salmo 79: «Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.»
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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