«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto», decía María Magdalena llena asombro.
Cuenta la Palabra en el Evangelio de hoy (Juan 20, 1-9), que salieron corriendo los dos discípulos. Asomándose el primero al sepulcro vio las vendas en el suelo. Entró el otro discípulo y vio y creyó… «Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos.»
Hoy las vendas y el sudario cobran vida para proclamar su victoria, porque ya la muerte no tiene fuerza alguna y el pecado también perdió su fuerza. Hasta la loza de la entrada ya no es obstáculo ante su inmenso poder.
¡El Señor ha resucitado, aleluya!
Cristo está Vivo, mi Redentor vive hoy y para siempre. Gracias Jesús, por hacerme parte de tu historia. Señor, que la buena noticia de la salvación resuene en toda tu Iglesia. Señor, Tú has vencido a la muerte, permite que esta gran verdad penetre hasta el fondo de mi corazón e impregne toda mi vida y la de mi familia.
«Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.» «Aleluya, aleluya, aleluya» -Salmo 117.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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