El texto más importante en el que se revela la Santísima Trinidad por parte de Jesús es este de hoy (Mateo 28, 16-20): «Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.»

Hoy celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Este es el misterio central de nuestra fe y de la vida cristiana. Representan unidad. Son uno entre ellos y quieren que seamos uno con ellos, en armonía y en amor.
San Juan Pablo II en la Audiencia General del 9 de octubre de 1985, dijo: “La Iglesia profesa su fe en el Dios único, que es al mismo tiempo Trinidad Santísima e inefable de Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.”
Para mí, la clave del Evangelio está aquí: «Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días…»
Me doy cuenta que no estoy solo y que Dios me acompaña en todo momento. Gracias Señor porque sé que ese sencillo par de huellas en la arena, son las tuyas mientras me cargas.
Jesús, no sabes lo feliz que me siento desde que te sigo. Ayúdame a dar lo mejor de mí cada día. Ayúdame a reflejarte a Ti.
Hermanos, hemos recibido, no un espíritu de esclavitud, para tener temor, sino un espíritu de hijos adoptivos… «que nos hace gritar: ¡Abba!» (cfr. Rm 8, 14-17).
Papá, Papito, ¡te amo y te necesito en mi vida!
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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