Hoy es la Solemnidad de la Santísima Trinidad. El Evangelio (Juan 3,16-18) comienza así: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna.»
Dice el Catecismo de la Iglesia (234): “El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe. Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos.”
Para nosotros, es imposible entender esto. Lo importante es que Jesús ha venido a ponernos en relación de amor con las tres Personas. O bien, la Trinidad es amor al servicio del mundo.
Dice el Papa Francisco: “… la fiesta de hoy nos invita a dejarnos fascinar una vez más por la belleza de Dios; belleza, bondad e inagotable verdad. Pero también belleza, bondad y verdad humilde, cercana, que se hizo carne para entrar en nuestra vida, en nuestra historia, en mi historia, en la historia de cada uno de nosotros, para que cada hombre y mujer pueda encontrarla y obtener la vida eterna”.
Ayúdame Señor a reconocer la gloria de la eterna Trinidad.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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