A veces percibimos la ley como algo pesado y difícil de cumplir. La vemos como algo externo y que se nos impone. La verdad es que la Ley de Dios corresponde al ideal de perfección, que está radicado en nuestro corazón.
Dicho más simple, Dios quiere que seamos felices. Pero no la felicidad que ofrece el mundo, sino la felicidad que solo viene de Él.
El Evangelio de hoy (Mateo 5, 17-37), es una clara invitación a no ser hipócritas. Nos invita a reconciliarnos con el hermano y otras recomendaciones que, muy a menudo nos pasamos por alto. Nos gusta fijarnos en los defectos en los demás. Los evaluamos y hasta opinamos. Mientras, encontramos toda clase de excusa para justificar nuestras acciones y omisiones.
Jesús nos invita hoy a ser grandes. Pero no aquí en la tierra, con criterios humanos de éxito y triunfalismo. Sino grandes en el Reino de los Cielos. Me encanta la segunda Lectura: «…ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman».
Él te amó primero y la vida se trata de darle una respuesta. Está esperando tu contestación, no lo hagas esperar tanto.
¡Adelante con fe!
Diác. Richie
Tienes algo que decir
Te invitamos a comentar, aportar, sugerir, elogiar, objetar, refutar... sobre los temas y artículos que aquí presentamos.
Sigue nuestro grupo de oración en Facebook.