16 de diciembre
pregúntate cuántas veces
cuestionas la acción de Dios y su Palabra
Vamos a hablar claro: la Navidad es Jesús. Todo lo demás es accesorio o gira alrededor de esa única y gran Verdad. Los regalos, las fiestas y los adornos no son nada en sí mismos. ¡Entendámoslo! No nos celebramos nosotros, le celebramos a Él, su nacimiento, el Milagro de milagros: Dios se hizo Hombre y habitó en medio nuestro. Puede que el mundo ya no quiera reconocerlo, o que algunos se empeñen en querer cambiarle el sentido (o más aún, en quitarle todo sentido), pero sin Jesús no habría Navidad… y sin Navidad no habría Cruz, ni Resurrección, ni Redención, ni Iglesia, ni Esperanza. Sin Navidad estaríamos perdidos a nuestra suerte en un mundo sin Amor: ¡sin El Amor!!!
El Evangelio de hoy narra un incidente en el Templo de Jerusalén, cuando los sumos sacerdotes y ancianos le cuestionaron a Jesús de dónde provenía su autoridad para predicar y actuar como Él hacía. Su intención era desprestigiarlo ante el pueblo, poner en duda su capacidad para enseñar. Algo más o menos así sucede cuando escuchamos decir “felices fiestas” en lugar de “feliz Navidad”. Por un lado, las posturas políticamente correctas intentan despojar a la Navidad de su sentido religioso-cristiano, mientras que el tiempo de Adviento trata de que pongamos las cosas en su justa perspectiva. Navidad significa esperar a Alguien… y Su llegada lo significa todo en la vida de los cristianos.
Este es un tiempo de reflexión, de volver la mirada y el corazón a Dios. Es tiempo de tomar decisiones y de cambiar radicalmente la vida. No de cambiar por cambiar, como quien renueva el guardarropa o se cambia el peinado, sino de cambiar para ser mejores. Más humanos… y más divinos. Más como ÉL, que teniéndolo todo, quiso dejarlo para venir a estar a nuestro lado—al lado tuyo y mío—para que sintiéramos toda la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del Amor de Dios.
Este es tiempo de ponernos en camino y seguir la estrella, como hicieron los Magos de Oriente. O como los pastores, de dejarnos embriagar por el dulce cántico de los ángeles. Es tiempo de buscarle hasta encontrarlo… para postrarnos a los pies del humilde pesebre de Belén y adorar al pequeño Niño Dios que vuelve a nacer de nuevo. Este es tiempo de regalar, no regalos costosos, sino las cosas que de verdad tienen valor: nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestra vida y nuestros sueños, para que Él los convierta en dones que regalar a otros.
Aún nos quedan unos días antes de su llegada… en lugar de cuestionar tanto a Dios por las cosas que no entendemos, démosle autoridad plena para que Él sea Dueño y Señor de nuestras vidas.
La frase para la reflexión de cada día de Adviento está tomada del Calendario de Patricia y Nacho (con la ayuda de Enca y Nito) y se inspira en las lecturas del día.
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