14 de diciembre
¿qué esperas?
para dejar que el Reino de Dios se cumpla en tu corazón
Una de las enseñanzas de Jesús que más me sorprenden es que debemos ser como niños para poder acoger el Reino de Dios. Pero ese ser-como-niños no se refiere a infantilismo o inmadurez. Por el contrario, para acercarnos al Rey y a su Reino tenemos que hacerlo desde la inocencia y la pureza características de los niños. A mí me hace sentido porque es Dios mismo quien elige la figura de un pequeño Niño para encarnarse y así comenzar a instaurar su Reino en el mundo.
Ser como niños tampoco es cosa de ricos o pobres, de sabios o tontos, de humildes o poderosos. Que mejor muestra de esto que Belén, donde los primeros en adorarle fueron los pastores y los magos. Fíjate, lo que Jesús quiere es que tengamos el corazón dispuesto para encontrarle… ¡ese es el ser-como-niños que Él nos pide! Un corazón con ilusión, con alegría, con deseo de ver al Rey… ¡y con deseo de adorarle y servirle!
Los discípulos de Jesús, cuando empezaban a entender que Él era el Mesías, se encontraron con una duda. En ese tiempo los escribas—interpretando una profecías de Malaquías—repetían que Elías debía volver antes que llegara el Mesías. Jesús le aclaró a sus discípulos que no se trataba de un regreso literal de Elías, sino alguien como Elías, que predicara como él, que tuviera el celo por la Ley como él, que buscara siempre la Voluntad de Dios como él… y ese había sido Juan el Bautista.
Te preguntarás qué tienen que ver Elías y Juan con el ser-como-niños… es que para encontrar al Rey también hay que estar dispuestos a entregar el corazón en esa búsqueda. Los pastores dejaron sus rebaños y fueron a adorar al Niño. Los magos dejaron todo atrás y se embarcaron en una gran travesía para adorar por un instante al pequeño Rey que había nacido. Sólo los que son niños de corazón pueden lanzarse en la aventura de buscar a Dios en un Niño recién nacido… y solo los que tienen la pureza de un niño en su corazón puede predicar la Voluntad de Dios con el celo que lo hicieron Juan y Elías.
Nosotros tenemos una gran ventaja: ¡conocemos la historia completa! Nosotros sabemos Quién es Jesús, sabemos lo que sucedió en Belén y lo que la encarnación del Rey significó para nuestra salvación. Entonces… si sabemos todo esto, ¿qué esperamos para darle a Jesús el lugar que se merece en nuestra vida?
La frase para la reflexión de cada día de Adviento está tomada del Calendario de Patricia y Nacho (con la ayuda de Enca y Nito) y se inspira en las lecturas del día.
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AMÉN.
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