13 de diciembre
pon ternura en tu vida
para relacionarte con los demás desde el amor
y no desde el juicio

Adviento es un tiempo de esperanza… ¡y cómo no iba a serlo si este tiempo significa que se ha cumplido la promesa de Dios! Piensa en los Magos que venían siguiendo la estrella de Oriente. Años escudriñando el cielo en espera de una señal y de pronto encontrar aquella estrella que les señalaba el camino. La preparación para la travesía, el viaje por el desierto, la llegada a Belén… hasta encontrar a un pequeño Niño acostado entre pajas. Deben haber pasado meses—algunos dicen que años—desde la primera vez que vieron la estrella hasta el momento que se postraron delante del Niño Dios. Yo me imagino que cada día la expectativa en sus corazones crecía. Ese gozoso que iba aumentando con cada paso y que se desbordó sin poder controlarlo cuando se encontraron frente a Jesús. Los Magos nunca habían visto al Niño hasta ese momento, pero habían albergado la esperanza de encontrarlo y se estaba cumpliendo su sueño.
En el Evangelio de hoy, Jesús compara su generación con un grupo de muchachos malcriados que, desde su insatisfacción, se burlan y juzgan todo lo que hacen los demás. La ironía es que ante esa actitud de crítica, ellos, los depositarios de la promesa, los que esperaron al Mesías por siglos, fueron incapaces de reconocerle. Fíjate, ellos conocían las profecías y todo cuanto estaba escrito sobre el Mesías. Lo vemos cuando los Magos llegan a la corte de Herodes y este convoca a los sumos sacerdotes y escribas. Ellos sabían dónde buscar, pero no tenían el deseo de encontrarlo como hicieron los Magos. El amor y la ternura había sido reemplazada por el orgullo y la soberbia.
San Juan, en el prólogo de su Evangelio, dice que el Verbo vino a los suyos y los suyos no le conocieron. El pueblo de Israel esperaba, sí… pero era una espera sin apertura de corazón. Una espera egoísta, no les interesaba el Mesías si este no era como ellos lo habían imaginado. Una espera sin gozo, sin alegría, sin asombro… una espera vacía de esperanza.
Por eso el tiempo de Adviento es tan importante, porque sin conocer a Jesús corremos el riesgo de esperarle sin la esperanza de encontrarlo. Hoy te invito a hacer un esfuerzo y llegarte hasta tu parroquia para visitar a Jesús en el Sagrario. Dile que lo esperas, que estás deseoso de que llegue, que estás preparándole un lugarcito en tu corazón para acunarlo como hizo la Virgen aquella noche en Belén. ¡Mejor aún…! ¡No vayas solo! Invita a alguien a ir contigo para que también esté preparado cuando llegue Jesús.
La frase para la reflexión de cada día de Adviento está tomada del Calendario de Patricia y Nacho (con la ayuda de Enca y Nito) y se inspira en las lecturas del día.
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AMÉN.
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