«Dios es Amor», dice san Juan en una de sus cartas. Y profundo como es ese solo comentario, Juan lo lleva más allá al añadir que «quien no ama no ha conocido a Dios».
A lo largo de los siglos, muchos cristianos han sabido reflejar, con asombrosa perfección, el AMOR de Dios en ellos. Se han sentido amados. Amados con un AMOR tan y tan y tan y tan grande, que inunda sus corazones y se derrama a borbotones hacia el prójimo.
Teresa es un ejemplo cercano a nosotros. Una mujer de nuestro tiempo, que acogió el AMOR de Dios en su corazón y se desgastó compartiéndolo con los pobres y necesitados de la tierra. Con aquellos que otros habían olvidado. Y ayudándoles a ellos, nos ha tocado a todos. ¿Sabes algo? No es Teresa, no es su obra, ni siquiera es el amor abandonado y desprendido con que se entregó al prójimo… es el AMOR de Dios actuando a través de esa humilde sierva suya.
«Dios es AMOR», dice san Juan. Y Teresa de Calcuta es uno de los miles de testimonios de cómo ese AMOR transforma los corazones y el mundo.
Señor, como a Teresa, concédenos la gracia de reconocernos amados por Ti… y sintiendo ese AMOR, que no lo “guardemos” para nosotros mismos… sino que sintamos el deseo ardiente de desbordarnos en tu AMOR hacia nuestros hermanos necesitados… Amén.
Comentarios
Me encanta lo que Juan decia, por que me hace entender que, yo, soy lo que soy por la gracia de Dios que pone en mí, su gracia NO es esteril en mi, pues no he sido yo quién trabajo por ganarme su gracia; si no que ha sido la gracia de Dios que esta con migo.
Bello. Una mujer santa. Lo dio todo por Jesus. Si tan solo pudiera tener un granito de su fe seriamos tan dichosos.
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