Los tres evangelios sinópticos recogen la curación del paralítico, estoy seguro que conoces la historia… cuatro amigos le llevan a Jesús un hombre tullido postrado en una camilla… al no poder acercarse, por la multitud que le rodeaba… lo descuelgan del techo de la casa donde se encontraba Jesús… éste, al verle postrado… y al ver la fe de los amigos que le habían traído… le perdona sus pecados… y luego, para demostrar a los incrédulos que el hombre había quedado limpio… le dice: «levántate y anda»…
Muchas veces nosotros también vamos por la vida como el paralítico de la historia… el pecado nos va alejando de Dios… poquito a poquito, casi sin darnos cuenta… pecado sobre pecado… y pretendemos justificar nuestras faltas… “es una mentirita blanca”… “no le hago daño a nadie con eso”… “todo el mundo lo hace”… y mi favorita: “Dios me entiende”… pero la realidad es que un pecado es un pecado… grande o pequeño, venial o mortal… todos van dejando su huella en el alma… y nos empujan a alejarnos de Dios…
No sé si a ti te ha pasado algo así… pero hace unos días escuchaba la homilía del sacerdote… era un día de semana, salí temprano del trabajo y cuando pasaba frente a la parroquia, vi que me daba tiempo a llegar a la Misa de la tarde… hubo algo en aquella predicación que me impulsó a confesarme… no iba preparado para hacerlo… no había hecho un examen de conciencia… y, para ser honesto, no creía tener ningún pecado “grave”… pero Jesús me llamaba al sacramento de la reconciliación… y yo obedecí… cuando comencé a hablar con el sacerdote recordé un incidente que había pasado hacía mucho y que nunca había confesado… yo no lo recordaba, pero Jesús sabía que estaba ahí y quería que me librara de esa mancha en mi alma…
Que tiene que ver todo esto con la historia del paralítico… sencillo, la mayoría de las veces, aunque no nos demos cuenta, Jesús es el Amigo que carga nuestra camilla… y que busca cómo descolgarnos del techo… no importa lo que tome, Él hará todo lo posible para que lleguemos al lugar donde podemos ser limpiados de todos nuestros pecados… y luego, Él mismo nos perdona a través del sacerdote… puedo asegurarte que si guardas silencio y te mantienes realmente atento, escucharás en tu corazón cuando te dice: «levántate y anda»…
La canción no tiene mucho que ver con la historia, pero quise compartirla porque esa letrilla pegajosa fue la que me impulsó a contártela… DTB!
Comentarios
Este artículo llegó a lo profundo de mi corazon – sí, es Jesús el que nos lleva cargado por más pecados que tengamos y que nos “paralizan”. Es el Amado, el Mejor amigo, el que nos “baja” para colocarnos delante del Padre – y con su gran “Amor” nos libera primeramente de nuestros pecados para luego decirnos “levántate y anda”. Sin el gran Sacramento de la Reconciliación – de esa limpieza tan necesaria para nuestra alma, podemos caminar en lo físico – pero en lo espiritual estamos amarrado a la “camilla del enemigo”. Gloria a Dios por su gran “Amor” y “Misericordia”. Lily
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