La Eucaristía es fuente de luz y de amor para los que se acercan a Jesús. Pero también es fuente de salud para los que se acercan con fe, como la mujer hemorroísa del Evangelio. La hermana Briege McKenna nos cuenta uno de estos milagros en su libro “Los milagros sí ocurre”.
Sister Briege dice,
Un día me telefoneó un sacerdote muy angustiado y asustado. Acababa de saber que tenía cáncer en las cuerdas vocales y que, dentro de tres semanas, tendrían que extirparle la laringe. Me dijo que estaba desesperado, había sido ordenado apenas hacía seis años. Al orar con él, sentí que el Señor quería que yo le hablara de la Eucaristía, así que le dije:
“Padre, yo puedo orar por usted ahora por teléfono y lo haré. Pero ¿esta mañana, no tuvo un encuentro con Jesús? ¿No se encuentra con Él cada día? Padre, cada día, cuando celebra la Misa, cuando toma la Hostia sagrada, usted se encuentra con Jesús. ¿Se da cuenta de que Jesús pasa a través de su garganta? No hay nadie mejor a quien ir sino a Jesús. Pídale a Jesús que lo sane.”
Lo oí llorar por teléfono. Y se despidió dándome las gracias. Tres semanas después, ingresó al hospital para ser operado. Me llamó más tarde para decirme que la cirugía no se realizó. Los médicos descubrieron que el cáncer había desaparecido y que sus cuerdas vocales estaban como nuevas.
Nunca supe su nombre. Pero un año después, tuve noticias de él a través de un amigo suyo. Antes de su enfermedad, este sacerdote joven había dejado de celebrar la Misa diaria excepto los domingos. Él tomaba la Misa muy a la ligera, y Dios usó esta experiencia del cáncer para transformar su vida. Este sacerdote fue sanado completamente, no sólo físicamente. Se volvió un sacerdote centrado en la Eucaristía. La Eucaristía se volvió para él, un momento de encuentro con Jesús vivo.
Como este sacerdote, muchas veces a nosotros también nos olvida que es Jesús quien nos espera en la Eucaristía para llenarnos de todo su Amor… andamos de aquí para allá, cargados y buscando ayuda y respuestas en todas partes… y se nos olvida que podemos ir a beber a la Fuente misma de la Paz y la Misericordia…
Comentarios
soy una admiradora de sor mackenna
Hermosisimo relato. Jesus hace lo que conviene a cada uno con tal de acercarnos a El. El dolor normalmente nos lleva y acerca a Jesus. En lo personal el bendito Nombre de Jesus, me ha sanado y liberado de mis angustias y necesidades. Si yo no hubiera sufrido esos momentos de dolor tal vez no hubiera descubierto la grandeza de orar al Padre en el Nombre de Jesus.
Ahora puedo alabar y bendecir su Nombre y dar gloria por la sanacion pidiendo en su Nombre.
Leer lJuan 16, 23 para escuchar a Jesus que nos dice pedir en Su Nombre al Padre.
Gloria a El!
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