En el Evangelio de hoy (Mateo 13, 24-43), Jesús nos habla con parábolas para presentarnos el Reino de los Cielos, para luego terminar diciendo: «El que tenga oídos, que oiga.» Podemos estar de acuerdo que las lecturas de hoy son muy llamativas y me llevan a preguntarme: ¿Estoy haciendo la voluntad de Dios? ¿Cómo sé cuál es su voluntad?
Busquemos ayuda de los santos para aclarar nuestras dudas, dice San Claudio de Colombière: “Cuanto más nos sometamos a la voluntad de Dios, más condescendencia tiene Dios con nuestra voluntad.”
Veámoslo así: Cuando nos comprometemos a obedecerle, Él a su vez cuida de satisfacernos, de consolarnos, de complacernos. Él siempre escucha nuestras oraciones y conoce los rincones de nuestro corazón. Así pues, busca y revisa nuestros más profundos deseos, para buscar complacernos. Aquellos deseos que a veces intentamos opacar para complacerlo a Él. Ahí, en ese momento, hemos logrado conformar (alinear) nuestra voluntad con la de Él. Y eso se llama caminar hacia la santidad.
No puede ser que, cuando todo sale como queremos, estamos contentos con Dios y cuando no sucede así le damos la espalda. Estamos llamados a mantener la misma docilidad y obediencia cuando lleguen las dificultades, aunque el camino parezca cuesta arriba.
Por la fe entendemos la cruz y por la gracia la soportamos sin quejarnos. Bendito Dios por las cruces que permites en mi vida. Señor, sigue caminando conmigo.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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