En el libro “Consagración a San José” el P. Donald H. Calloway dice: “Actualmente hay una hambruna espiritual y moral en todo el mundo. Las almas están muriendo por falta de alimento espiritual… La hambruna espiritual y moral del mundo está desbastando a todas las naciones y arrasando con la humanidad.”
Podemos estar todos de acuerdo con el P. Calloway. Vemos cómo la violencia, la mentira y el insulto dominan el escenario público. La falta de respeto, el menosprecio y la burla, son el pan de cada día y demasiadas figuras públicas han caído en esto. Llevando al pueblo a una lucha constante y a una división sin paralelo.
La pregunta obligada es, ¿qué puedo hacer y a quién puedo recurrir? Esta es una pregunta muy complicada para tratar de responder en el espacio que me queda… pero tratemos.
El Evangelio de hoy, san Marcos 6, 30-34, dice: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.» Y más adelante: «Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.»
El descanso físico es importante, por eso Jesús y sus discípulos buscaban la oportunidad de descansar y recuperar las fuerzas; pero no podemos perder de vista que el descanso espiritual es más importante.
Nuestra vida de fe se nutre cuando dedicamos tiempo a descansar en el Señor. Recuerdo aquel versículo, en san Mateo 11, 28: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.»
Hermanos, ciertamente Cristo es nuestra respuesta. El mundo y sus personalidades no son capaces de darnos el descanso necesario ni la paz de corazón.
Oremos con el Salmo 22: «El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.»
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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