Antiguamente, cuando tocaba trasladar los rebaños, el pastor llamaba a las ovejas y ellas reconocían su voz y lo seguían. Dice el Evangelio de hoy (Mateo 9,36 – 10,8): «… al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.»
Jesús, que ve nuestro corazón, sabe que llevamos unas necesidades insatisfechas. Él quiere que aprendamos a reconocer Su voz. Que nos dejemos guiar. Hoy, Jesús sigue llamando a todas sus ovejas. Tú y yo incluidos.
En ocasiones, el Señor nos pone en el camino a personas cansadas y heridas. La voz compasiva y la mano amiga que nosotros podamos ofrecerles, puede abrirles el camino hacia un encuentro con Cristo.
Fíjate que Jesús se conmueve cuando ve las multitudes en los pueblos que visitaba. El Señor desea acercarse a todos con su poder sanador y su misericordia, y envía, en su nombre, a doce hombres sencillos. El Señor sabía que ellos tendrían que dejar de lado las comodidades y así verían la maravillosa acción que Dios realiza, cuando obedecemos Su llamado. Lo mismo que experimentamos nosotros.
Hoy el Señor te envía a ti. Te está pidiendo que vayas a llevar misericordia, sanación y perdón, a todos, sin distinción. Y Él hará que tu fe sea cada día mayor. Permite a Jesús que obre a través de ti, para llevar Su compasión a todos los que te rodean.
¡Feliz día de los padres!
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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