La cruz del Señor abraza al mundo entero; su vía crucis atraviesa los continentes y los tiempos. En el vía crucis no podemos limitarnos a ser espectadores. Estamos implicados también nosotros; por eso, debemos buscar nuestro lugar. ¿Dónde estamos nosotros?
Benedicto XVI, al final del rezo del Vía Crucis en el Coliseo,
14 de abril de 2006
El Vía Crucis o “Camino de la Cruz”* es una de las devociones más importantes del tiempo de Cuaresma. Se trata de ir acompañando a Jesús durante 14 estaciones o escenas de su Pasión. Es importante que entendamos que no se trata de leer de carrerilla las meditaciones y rezar a prisa las oraciones, sino que buscamos contemplar el Misterio de la Pasión de Jesús, adentrarnos con Él en su dolor, acompañándole en su camino al Calvario.
La versión que les comparto es de San Alfonso María de Ligorio, pero hay otras versiones con meditaciones muy hermosas de varios Santos y Papas.
Comenzar haciendo la señal de la cruz,
+ Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
y el acto de contrición,
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón el haberos ofendido. Yo propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Te ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Y confío en que por tu infinita misericordia me perdonaréis y me daréis gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
Oración,
Señor mío Jesucristo, Vos anduvisteis con tan grande amor este camino para morir por mí, y yo os he ofendido tantas veces apartándome de Vos por el pecado; mas ahora os amo con todo mi corazón, y porque os amo, me arrepiento sinceramente de todas las ofensas que os he hecho. Perdóname, Señor, y permíteme que os acompañe en este viaje. Vais a morir por mi amor, pues yo también quiero vivir y morir por el vuestro, amado Redentor mío. Si, Jesús mío, quiero vivir siempre y morir unido a Vos.
Después de cada estación rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria… y,
Amado Jesús mío,
por mí vas a la muerte,
quiero seguir tu suerte,
muriendo por tu amor;
perdón y gracia imploro,
transido de dolor.
I Estación: Jesús sentenciado a muerte
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, después de haber sido azotado y coronado de espinos, fue injustamente sentenciado por Pilato a morir crucificado.
(Aquí se hace una pequeña pausa para considerar brevemente el Misterio.)
Adorado Jesús mío: mis pecados fueron más bien que Pilato, los que os sentenciaron a muerte. Por los méritos de este doloroso paso, os suplico me asistáis en el camino que va recorriendo mi alma para la eternidad.
Os amo, ¡Oh Jesús mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
II Estación: Jesús es cargado con la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, andando este camino con la cruz a cuestas, iba pensando en ti y ofreciendo a su Padre por tu salvación la muerte que iba a padecer.
(Pausa)
Amabilísimo Jesús mío: abrazo todas las tribulaciones que me tenéis destinadas hasta la muerte, y os ruego, por los méritos de la pena que sufristeis llevando vuestra Cruz, me deis fuerza para llevar la mía con perfecta paciencia y resignación.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
III Estación: Jesús cae la primera vez debajo de la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera esta primera caída de Jesús debajo de la Cruz. Sus carnes estaban despedazadas por los azotes; su cabeza coronada de espinas y había ya derramado mucha sangre, por lo cual estaba tan débil que apenas podía caminar; llevaba, al mismo tiempo, aquel enorme peso sobre sus hombros y los soldados le empujaban; de modo que muchas veces desfalleció y cayó en este camino.
(Pausa)
Amado Jesús mío: más que el peso de la Cruz, son mis pecados los que os hacen sufrir tantas penas. Por los méritos de esta primera caída libradme de incurrir en pecado mortal.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
IV Estación: Jesús encuentra a su afligida Madre
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera el encuentro del Hijo con su Madre en este camino. Se miraron mutuamente Jesús y María, y sus miradas fueron otras tantas flechas que traspasaron sus amantes corazones.
(Pausa)
Amantísimo Jesús mío: por la pena que experimentasteis en este encuentro, concededme la gracia de ser verdadero devoto de vuestra Santísima Madre. Y Vos, mi afligida Reina, que fuisteis abrumada de dolor, alcanzadme con vuestra intercesión una continua y amorosa memoria de la Pasión de vuestro Hijo.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
V Estación: Simón ayuda a Jesús a llevar la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo los judíos, al ver que Jesús iba desfalleciendo cada vez más, temieron que se les muriese en el camino y, como deseaban verle morir de la muerte infame de Cruz, obligaron a Simón el Cirineo a que le ayudase a llevar aquel pesado madero.
(Pausa)
Dulcísimo Jesús mío: no quiero rehusar la Cruz, como lo hizo el Cirineo, antes bien, la acepto y la abrazo; acepto en particular la muerte que tengáis destinada para mí, con todas las penas que la han de acompañar, la uno a la vuestra, y os la ofrezco. Vos habéis querido morir por mi amor, yo quiero morir por el vuestro y por daros gusto; ayudadme con vuestra gracia.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
VI Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo la devoto mujer Verónica, al ver a Jesús tan fatigado y con el rostro bañado en sudor y sangre, le ofreció un lienzo, y limpiándose con él nuestro Señor, quedó impreso en éste su santa imagen.
(Pausa)
Amado Jesús mío: en otro tiempo vuestro rostro era hermosísimo; más en este doloroso viaje las heridas y la sangre han cambiado en fealdad su hermosura. ¡Ah Señor mío, también mi alma quedó hermosa a vuestros ojos cuando recibí la gracia del bautismo, mas yo la he desfigurado después con mis pecados! Vos sólo, ¡Oh Redentor mío!, podéis restituirle su belleza pasada: hacedlo por los méritos de vuestra Pasión.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
VII Estación: Jesús cae la segunda vez con la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera la segunda caída de Jesús debajo de la Cruz, en la cual se le renueva el dolor de las heridas de su cabeza y de todo su cuerpo al afligido Señor.
(Pausa)
Oh pacientísimo. Jesús mío. Vos tantas veces me habéis perdonado, y yo he vuelto a caer y a ofenderos. Ayudadme, por los méritos de esta nueva caída, a perseverar en vuestra gracia hasta la muerte. Haced que en todas las tentaciones que me asalten, siempre y prontamente, me encomiende a Vos.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
VIII Estación: Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo algunas piadosas mujeres, viendo a Jesús en tan lastimoso estado, que iba derramando sangre por el camino, lloraban de compasión; mas Jesús les dijo: no lloréis por mí, sino por vosotras mismas y por vuestros hijos.
(Pausa)
Afligido Jesús mío: lloro las ofensas que os he hecho, por los castigos que me han merecido, pero mucho más por el disgusto que os he dado a Vos, que tan ardientemente me habéis amado. No es tanto el Infierno, como vuestro amor, el que me hace llorar mis pecados.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
IX Estación: El Señor cae por tercera vez con la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera la tercera caída de Jesucristo. Extremada era su debilidad y excesiva la crueldad de los verdugos, que querían hacerle apresurar el paso, cuando apenas le quedaba aliento para moverse.
(Pausa)
Atormentado Jesús mío: por los méritos de la debilidad que quisisteis padecer en vuestro camino al Calvario, dadme la fortaleza necesaria para vencer los respetos humanos y todos mis desordenados y perversos apetitos, que me han hecho despreciar vuestra amistad.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
X Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo al ser despojado Jesús de sus vestiduras por los verdugos, estando la túnica interior pegada a las carnes desolladas por los azotes, le arrancarán también con ella la piel de su sagrado cuerpo.
(Pausa)
Compadece a tu Señor y dile: inocente Jesús mío: por los méritos del dolor que entonces sufristeis, ayudadme a desnudarme de todos los afectos a las cosas terrenas para que pueda yo poner todo mi amor en Vos, que tan digno sois de ser amado.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
XI Estación: Jesús es clavado en la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por nuestra salvación; le enclavan aquellos bárbaros verdugos y, después, levantan la Cruz en alto dejándole morir de dolor sobre aquel patíbulo infame.
(Pausa)
Oh despreciado Jesús mío. Clavad mi corazón a vuestros pies para que quede siempre ahí amándoos y no os deje más.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido: no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez: haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
XII Estación: Jesús muere en la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, después de tres horas de agonía, consumido de dolores y exhausto de fuerzas su cuerpo, inclina la cabeza y expira en la Cruz.
(Pausa)
Oh difunto Jesús mío. Beso enternecido esa Cruz en que por mí habéis muerto. Yo, por mis pecados, tenía merecida una mala muerte, mas la vuestra es mi esperanza. Ea, pues, Señor, por los méritos de vuestra santísima muerte, concededme la gracia de morir abrazado a vuestros pies y consumido por vuestro amor. En vuestras manos encomiendo mi alma.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
XIII Estación: Jesús es bajado de la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo, habiendo expirado ya el Señor, le bajaron de la Cruz dos de sus discípulos: José y Nicodemo, y le depositarán en los brazos de su afligida Madre, María, que le recibió con ternura y le estrechó contra su pecho traspasado de dolor.
(Pausa)
Oh Madre afligida. Por el amor de este Hijo, admitidme por vuestro siervo y rogadle por mí. Y Vos, Redentor mío, ya que habéis querido morir por mí, recibidme en el número de los que os aman más de veras, pues yo no quiero amar nada fuera de Vos.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
XIV Estación: Jesús colocado en el sepulcro
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo los discípulos llevaron a enterrar o Jesús, acompañándole también su Santísima Madre, que le depositó en el sepulcro con sus propias manos. Después cerraron la puerta del sepulcro y se retiraron.
(Pausa)
Oh Jesús mío sepultado. Beso esa losa que os encierra. Vos resucitasteis después de tres días; por vuestra resurrección os pido y os suplico me hagáis resucitar glorioso en el día del juicio final para estar eternamente con Vos en la Gloria amándoos y bendiciéndoos.
Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Se finaliza rezando cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y cinco Glorias por las cinco llagas de Jesucristo, y otro Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria, por la intención del Santo Padre, para ganar todas las otras indulgencias concedidas a esta devoción.
* También se conoce como Estaciones de la Cruz y Vía Dolorosa.
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