Hoy, 6 de diciembre, se celebra a San Nicolás de Mira, uno de los santos más queridos y con devoción más difundida por el mundo. ¿Cómo se llegó de Nicolás a Claus? El camino es largo. Pueden encontrar varias explicaciones en internet, pero veamos una posible explicación.
Hacia 1624 cuando emigrantes holandeses llegaron al territorio americano y fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam (más tarde Nueva York) erigieron una imagen de San Nicolás e hicieron todo lo posible por mantener su culto y sus tradiciones. Su devoción por “Sinterklaas” o “Sinter Klaas” (de ahí Santa Claus) era tan arraigada y pintoresca que escritores americanos empezaron a escribir sobre este personaje.
El primero en hacerlo fue Washington Irving, que en 1809 publicó “La historia de Nueva York según Knickerbocker”, donde describió cómo San Nicolás se convirtió en un hombre mayor, generoso y sonriente, que vestido con sombrero de alas, calzón y pipa se dedicó a arrojar regalos por las chimeneas. Irving llamó a este personaje el “guardián de Nueva York”, lo que hizo que ganara popularidad entre los norteamericanos.
Posteriormente aparecería un poema titulado “Una visita de San Nicolás”, publicado en 1823 por el periódico “El Centinela”, de Nueva York, que contribuyó a la evolución de los rasgos típicos del personaje. En éste, San Nicolás aparecía sobre un trineo tirado por renos, etc.
En 1863 el periódico “Harper’s Weekly” publicó el primer dibujo de Santa Claus, elaborado por el inmigrante alemán Thomas Nast, en el que aparecía casi como un gnomo entrando por una chimenea. En los años posteriores, sus dibujos fueron cambiando a una imagen más parecida a la actual. Su imagen empezó a aparecer en postales hacia 1886.
El momento más importante para la imagen de Santa Claus ocurrió en 1930 cuando la Coca Cola lanzó su campaña publicitaria navideña en la que Santa aparecía escuchando peticiones de niños en un centro comercial.
La imagen se repetiría año tras año, con dibujos del sueco Habdon Sundblom, que un año más tarde dio el aspecto de un hombre alto, grueso, de rostro alegre y bondadoso, ojos pícaros y amables, y vestido de color rojo con ribetes blancos. Hoy la Navidad sin Santa Claus es inimaginable, pero su imagen ya nada tiene que ver con el obispo de Mira.
¿Qué podemos hacer nosotros para que este santo sea bien conocido e imitado?
Pues darlo a conocer. Pero, para dar a conocer a San Nicolás necesitamos conocer, celebrar, vivir y contemplar el misterio de Cristo como lo hizo el santo.
Estamos viviendo un tiempo especial; tiempo de espera y de preparación, el Adviento. Pidámosle pues a San Nicolás que nos consiga –por su intercesión– esas gracias que necesitamos para poder vivir este tiempo que precede a la Navidad, al modo cristiano y no como lo propone el mundo.
Conozcamos mejor a aquel que siendo Dios se quiso encarnar en el vientre virginal de María Santísima, y junto a toda su Iglesia –y a San Nicolás–, celebremos y vivamos adecuadamente este tiempo de Adviento, para que cuando llegue nuevamente Navidad podamos gozar contemplando el gran Misterio de amor y humildad del Hijo de Dios nacido en Belén.
Sería bonito hacer algo en familia que ayude a recuperar la verdadera identidad de este santo.
Fuente: Boletín dominical de la Parroquia María Madre de la Misericordia (Guaynabo, Puerto Rico).
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