Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tus oídos y escúchame, así como escuchaste al Padre en el Monte Tabor.
Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tus ojos y mírame, así como miraste desde lo alto de la Cruz a tu Madre querida, afligida por el dolor.
Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tu boca y háblame, así como le hablaste a San Juan cuando le diste por hijo a tu Madre.
Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tus brazos sagrados y abrázame, así como los abriste sobre el árbol de la Cruz para abrazar al género humano.
Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tu corazón, recibe el mío y concédeme lo que te pido, si tal es tu Voluntad.
Amén.
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Esta Oración es la más milagrosa que he podido conocer. Cada vez que he tenido un hijo gravemente enfermo la he rezado quince veces al día y el Señor me ha dado el milagro. Récenla con total seguridad.
AMÉN.
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