Los dos títulos más antiguos dados a la Virgen María son Θεοτόκος (Teotokos) que significa “Madre de Dios” y Βοήθεια (Boeteia) que quiere decir “la que trae auxilios venidos del cielo”. Este segundo título aparece por primera vez en labios de San Juan Crisóstomo (siglo IV) quien la llamó “Auxilio potentísimo, fuerte y eficaz de los que siguen a Cristo”. Y aunque son varios los padres de la Iglesia y papas que se refieren a María como auxilio de los cristianos, tal vez fue San Juan Bosco, fundador de los Salesianos, quien más difundió esta advocación. San Juan Bosco construyó la Basílica en honor a María Auxiliadora en Turín, Italia, y constantemente repetía: “Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros”.
Madre amable de mi vida, Auxilio de los cristianos, la gracia que necesito, pongo en tus benditas manos.
Dios te salve María…
Tú que sabes mis pesares, pues todos te los confío, da la paz a los turbados y alivia el corazón mío.
Dios te salve María…
Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a Ti en vano, pues eres Madre de Dios y Auxilio de los cristianos.
Dios te salve María…
Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno te haya implorado sin tu auxilio recibir.
Dios te salve María…
Por eso con fe y confianza, humilde y arrepentido, lleno de amor y esperanza, este favor yo te pido (se presenta la intención por la que se pide la intercesión de la Virgen).
Dios te salve María…
María Auxiliadora, ¡ruega por nosotros!
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AMÉN.
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